lunes, 11 de mayo de 2015

DEL ANONIMATO A HÉROE

El partido moría, BH caía como visitante a manos de Olimpia de Paraná en el quinto juego de la serie de las semifinales de la Liga Provincial de Básquet, 3 segundos tres décimas era lo que marcaba el reloj,  y Nicolás Schepens vio un hueco en la defensa local y decide llamar a Alonso Virue que estaba allí en el banco de relevos expectante esperando su segundo soñado, ese que había imaginado y había presagiado en el asado previo al gran partido.


BH hasta aquí había conseguido una victoria en once juegos como visitante,  a pesar de haber estado muy cerca en varios partidos el triunfo siempre se le escapaba.

El tanteador denotaba un 64-63 a favor de los dueños de casa  lo que hizo que unos se tapasen los ojos, que otros cruzasen los dedos que los religiosos le pidieran a Dios, la Virgen y todos los santos habidos y por haber que iluminasen a alguien.

Como prendiéndosele una lamparita en la cabeza como típico retrato de historieta Schepens salta y llama a Virué que estaba en el banco de suplentes, el joven nacido y criado en calles Centenario y Segundo Gianelo saltó a la cancha en lugar de Daniel Anzorena como buscando ese segundo de gloria, el que ya habían tenido compañeros como Manuel Gómez, como Ignacio Echeverría, “La Gorda” Rodríguez en alguna oportunidad pero el momento a él todavía no le había llegado.

Virué, que había jugado menos de 3 minutos en todo el partido, ingreso con la ilusión de todo joven que sueña con ganar un partido con un gol el último minuto.

El local que había visto a lo largo de todo el juego los triples de Julián Fernández, de Echeverría y de Gómez, como así también los de Leonardo Tortonesi o Ignacio Chale que ya no podían estar en cancha por cinco faltas personales nunca imaginaron a quien iba a ir la última bola del juego.

Jorge Recalde esperaba en la equina izquierda del ataque esperando su oportunidad, esperano ese triple que se le había hecho esquivo en sus cinco intentos, los locales doblegaron la marca en la salida sobre Fernández, lo que le permitió a Goméz recibir el balón, este jugó la pelota nuevamente para Echeverría, quien como en un acto de inercia la abrió a la derecha donde ya estaba ubicado con los brazos extendidos Alonso Virué, el joven con esa desfachatez que lo caracteriza no titubeó y realizó su lanzamiento ese que había soñado, el que había imaginado, el que les había contado a sus compañeros en el asado previo al partido.

El tiempo pareció detenerse por completó la naranja continuaba su vuelo ante la mirada atónita de un Humberto Pietranera repleto, ante la mirada de la parcialidad local que veía escabullirse una vez más la posibilidad de ser finalista, de lograr el tan ansiado ascenso, y de la mirada de 200 almas gualeyas que estaban en la cancha pero que eran muchas más, el de aquellas que lo seguían desde su casas con relato telefónico por la televisión y que imaginaban el vuelo de ese balón centímetro a centímetro.


La pelota hizo una parábola perfecta tomó la altura justa para terminar zambulléndose  dentro del aro, para terminar convirtiendo a ese pibe que muy pocos tenían en cuenta pero al que todos quieren en el gran héroe de la noche, para comenzar una corrida como el “Galgo que va tras la presa” pero en este caso buscando el abrazo de José, el del papá, el que lo sigue a todo lados y el que sin dudas siempre creyó en él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien BH por haberlo logrado. Estamos con Uds. Yuyi Albornoz del Centro de Residentes de Gualeguay en Paraná.